El «consentimiento de fabricación» de Herman y Chomsky arroja una luz sobre la maquinaria oculta de la manipulación de los medios
- Edward Herman y Noam Chomsky argumentan en su libro «Consentimiento de fabricación: la economía política de los medios de comunicación» que los medios de comunicación en las sociedades democráticas no son neutrales, sino que sirven intereses de élite, reforzando las ideologías dominantes a través del «modelo de propaganda».
- El modelo identifica cinco filtros que conforman las noticias: (1) Propiedad corporativa que prioriza las ganancias, (2) Influencia del anunciante que favorece al público de lastigas, (3) dependencia de las fuentes de establecimiento, (4) «Flak» (reacción) que desalienta la disidencia y (5) narraciones basadas en el miedo (eg, anticomunismo) que justifiquen las agendas de elite.
- Los ejemplos históricos y modernos (por ejemplo, la prensa británica del siglo XIX, la consolidación de los medios modernos) muestran cómo el control corporativo y las barreras financieras marginan las voces disidentes sin censura manifiesta.
- Estudios de casos como los informes sesgados de los medios de EE. UU. Sobre las elecciones centroamericanas de los años ochenta revelan cómo los intereses geopolíticos dictan narrativas, enmarcando los eventos para adaptarse a las agendas de élite.
- El libro insta al público a reconocer sesgos sistémicos, cuestionar narrativas convencionales y buscar fuentes independientes para resistir el consentimiento fabricado.
En «Consentimiento de fabricación: la economía política de los medios de comunicación«Edward S. Herman y Noam Chomsky exponen los mecanismos sutiles pero generalizados a través de los cuales los medios de comunicación dan forma a la opinión pública en las sociedades democráticas.
Lejos de ser informadores neutrales, los medios funcionan como instrumentos de propaganda, reforzando los valores e intereses de las élites poderosas. En el corazón de su análisis está el «modelo de propaganda», que identifica cinco filtros clave que determinan qué noticias llegan al público y cómo se enmarca.
El primer filtro es Propiedad y orientación de ganancias. Los medios de comunicación son propiedad predominantemente de grandes corporaciones impulsadas por motivos de ganancias, lo que lleva a contenido que prioriza la comercialización sobre la verdad. Las historias que desafían el poder corporativo o político a menudo se dejan de lado para evitar alienar a los anunciantes o partes interesadas.
El segundo filtro, Ingresos publicitariosmás sesgar prioridades de los medios. Dado que los anunciantes prefieren audiencias ricas, la cobertura de noticias tiende a atender a intereses de élite, temas de marginación relevantes para la clase trabajadora o los grupos marginados.
El tercer filtro es el dependencia de fuentes poderosas. Los periodistas frecuentemente dependen de funcionarios gubernamentales, ejecutivos corporativos y expertos financiados por el establecimiento para obtener información, creando un sesgo hacia las narrativas oficiales al dejar de lado las voces disidentes.
El cuarto filtro, fuego antiaéreose refiere a la cara de los medios de reacción cuando se desvían de las narrativas aceptadas. Las entidades poderosas pueden desplegar demandas, boicots o presión pública para disciplinar la prensa, fomentando la autocensura.
El quinto filtro, anticomunismohistóricamente sirvió como una ideología unificadora para justificar las políticas que favorecen los intereses de élite. En los contextos modernos, otras narrativas basadas en el miedo (como la «guerra contra el terror») cumplen un papel similar.
Estos filtros interactúan para crear un panorama de los medios donde las noticias se filtran sistemáticamente para servir a los intereses de élite. Un ejemplo histórico sorprendente es la supresión de la prensa de clase trabajadora de Gran Bretaña en el siglo XIX.
Si bien la censura del estado directo falló, las fuerzas del mercado, el aumento de los costos de producción y la consolidación corporativa, las voces alternativas silenciadas de manera efectiva. Este patrón persiste hoy, con la propiedad de los medios concentrada entre un puñado de conglomerados cuyas prioridades basadas en ganancias dan forma al discurso nacional.
El modelo de propaganda también explica las discrepancias en la cobertura mediática de los eventos globales. Por ejemplo, durante la década de 1980, los medios de comunicación estadounidenses retrataron las elecciones en El Salvador, celebradas bajo el terror estatal, los triunfos democráticos, mientras desestiman las elecciones relativamente libres de Nicaragua como fraudulentas. Este informe selectivo se alineó con los intereses geopolíticos estadounidenses, lo que demuestra cómo las narrativas de los medios reflejan las agendas gubernamentales y corporativas en lugar de la realidad objetiva.
El trabajo de Herman y Chomsky subraya la necesidad de la alfabetización mediática crítica. Al reconocer los sesgos estructurales integrados en la producción de noticias, el público puede discernir mejor la manipulación y buscar fuentes independientes. El «consentimiento de fabricación» sigue siendo una crítica vital del poder de los medios, revelando cómo el consentimiento no se da libremente pero cuidadosamente fabricado para mantener el status quo.
Mira este video sobre el libro «Consentimiento de fabricación: la economía política de los medios de comunicación«Por Edward S. Herman y Noam Chomsky.
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